Los tenemos en un cajón, el sótano, en un estante o en alguna parte. Cuando los aparatos electrónicos son reemplazados por otros o se descompusieron ¿su único destino es el centro de acopio de reciclaje? En Europa y en Estados Unidos creen que los electrónicos merecen una segunda oportunidad y por eso, reparar nuestros electrónicos se ha vuelto un derecho de las y los consumidores.
Mientras vivimos en una sociedad más y más inclinada por el derroche y con productos con ciclos de vida más cortos, existen también movimientos contrarios. Con origen en Holanda, alrededor del mundo se unen en lo que se llaman “Repair Cafés” o cafés de reparación. Aquí las personas (no necesariamente especialistas) se encuentran no solamente para dar otra vida a sus aparatos electrónicos sino también para estimular cambios culturales importantes en sus comunidades sobre el consumo sustentable y la convivencia comunitaria.
En Alemania por ejemplo ya existen 700 iniciativas registradas de personas que se reúnen de forma voluntaria para realizar actividades de reparación. Por lo regular se reúnen una vez al mes en un lugar e invitan a toda la comunidad para que acudan con sus dispositivos rotos y viejos. Es importante resaltar que no es un servicio comercial de reparación. Más bien la gente detrás de la iniciativa, que en general tienen conocimiento sobre electricidad y sistemas, quiere marcar una diferencia en favor del uso prolongado de los dispositivos. Estas personas aceptan solamente donaciones para poder pagar las herramientas o la renta del lugar.
Así que los que aprovechan esta oportunidad tampoco son clientes: Son participantes o visitantes que se deben involucrar activamente. Mientras muchos de ellos en un principio vienen a los eventos por la molestia que tienen con su aparato que ya no sirve, los encuentros tienen un efecto adicional. Se despliegan discursos sobre temas de sustentabilidad y consumo sustentable. También aprenden cómo hacer uso adecuado de sus aparatos o sobre cuales serían indicadores relevantes para la próxima compra. De la misma forma, inicia una dinámica colectiva que puede tener efectos positivos de largo plazo para la comunidad. Muchas veces, los participantes también se llevan una experiencia positiva por la sensación de poder reparar ellos mismos los aparatos.
Por estos efectos positivos, en Alemania redes como “Reparatur Initiativen” apoyan a las iniciativas con materiales y guías. Y alrededor del mundo existen varias iniciativas similares. En la plataforma global OpenRepair Alliance muchos de ellas están registradas. Échale un ojo para ver iniciativas en México como, por ejemplo, RONDA, una cooperación entre México-Berlín que promueve el activismo sustentable a partir del reúso y la reparación. En México han documentado casos exitosos como el de Enchúlame la bici, un colectivo dedicado a la reparación de bicicletas en la CDMX. También está el de la Herrateca, una biblioteca popular en donde se facilita el préstamo de herramientas para que las personas con las habilidades requeridas puedan reparar sus propios productos.
Los cafés de reparación son un movimiento joven. Y al menos en Alemania todavía están afrontado algunos retos. Por ejemplo, sobre todo en las zonas más rurales, la mayoría de los participantes es más grande que los reparadores, y a los grupos les cuesta trabajo activar a los jóvenes, por ejemplo, a través de las escuelas. Y es aún más difícil ganarlos por el tema. Una de las razones es que muchos de la generación más joven ya ni saben o considera el hecho de que se puede reparar algo. Están demasiados acostumbrados a comprar un aparato nuevo que dejarlo con un servicio de reparación dado que es más fácil o barato.
No obstante, cambiar esa actitud requiere un cambio cultural y más educación sobre el reúso y la reparación de los aparatos electrónicos. Un conjunto de organizaciones ambientales por eso critica la poca atención que las estrategias gubernamentales ponen en las posibilidades de reúso e iniciativas enfocadas en reparar nuestros electrónicos. Demandan dar más oportunidades al consumidor para poder prolongar el uso de vida de sus dispositivos. Por ejemplo, exigen a los fabricantes a publicar los manuales de fabricación de los productos para que los consumidores podamos reparar nuestros electrónicos con mayor facilidad en caso de descomposición.
Este año la Unión Europea aprobó una nueva directiva formulando derecho a la reparación. Esa directiva entra en vigor en 2021, y por primera vez, los fabricantes se verán obligados a facilitar la reparación y a compartir planes de producción con reparadores profesionales. Aún es limitado el acceso de reparadores independientes o cafés de reparación a piezas y planos, pero al menos se puede esperar un cambio general que estimule una cultura de reúso y reparación.
En México la reparación de electrónicos es un mercado en lugar de una acción comunitaria. Se trata de un mercado compuesto por micro y pequeñas empresas que ofrecen servicios a domicilio como respuesta a la falta de responsabilidad de los fabricantes a atender las garantías de forma eficiente y eficaz. Además, la informalidad y la carencia de regulación generan mucha incertidumbre para las y los consumidores. Bajo este panorama no es sorpresa que las y los consumidores en México se vean obligados a comprar una nueva lavadora o refrigerador en periodos cortos de tiempo. Algo que por supuesto aumenta la generación de basura electrónica.
Ante el aumento acelerado de chatarra electrónica, la comunidad internacional está repensando el concepto de reparación. No sólo como una obligación de los fabricantes sino como un derecho de los consumidores que protege el medio ambiente. ¿Cuándo en México podremos tener la opción de reparar nuestros electrónicos?